Antezana/Andetxa, Pinturas para la Vida
Antezana/Andetxa, Pinturas para la Vida

La leyenda de la loca

Blanca Blanca

En 1521 se dirimía en Castilla un importante conflicto armado que pasó a la historia con el nombre de la Guerra de las Comunidades . 

 

Un capítulo menor de dicho conflicto tuvo lugar en tierras alavesas, donde se enfrentaron las milicias capitaneadas por Pedro López de Ayala , Conde de Salvatierra , que tomó la causa comunera contra el ejército imperial organizado bajo las órdenes del Diputado General alavés, Diego Martínez de Álava. 

 

Pues bien, la citada Blanca que por su familia estaba alineada con la facción de los imperiales mantenía secretas relaciones con uno de los capitanes del Conde, Gonzalo de Barahona. 

 

Éste, en plena refriega y a sabiendas que los comuneros habían decidido el asalto de Vitoria-Gasteiz, la sacó de víspera de la ciudad para evitarle contratiempos, y la dejó alojada en una casa de confianza en la próxima aldea de Antezana. 

 

Allí la joven pasaba los días esperando alguna visita de su amado, o cuando menos noticias que le hablaran de su suerte. 

 

Para entretenerse, todos los días, paseaba Blanca por un bosquecillo que se extendía entre Antezana y Lopidana , parando siempre al lado de una fuentecilla, en torno a la cual crecía n unas vistosas plantas cuyo aroma, estimaba la joven, ayudaba a calmar su ansiedad de enamorada . 

 

Finalmente, el desenlace bélico no pudo ser peor para los intereses de la de Abendaño. 

Derrotado el ejército de las Comunidades, Gonzalo fue hecho prisionero y, a los pocos días, ajusticiado en una plaza pública de Vitoria. 

 

La fatal noticia perturbó el ánimo de Blanca que, sin embargo, siguió yendo a la fuentecilla donde permanecía horas dando vueltas entorno del manantial y de las odoríferas plantas que a su alrededor crecían, pues de esa manera encontraba cierta paz que paliaba su terrible angustia . 

 

Finalmente la joven, según cuenta el relato legendario, corrompida su alma y entendimiento por el pérfido efecto de aquellas endiabladas hierbas, terminó por perder totalmente la razón.

 

Por ello, aquel lugar, es conocido desde entonces como La Loca. 

Topónimo, por cierto, que ha permanecido hasta nuestros días. Pero ahí no terminan las cosas. 

Resulta que la citada leyenda parece haber generado otra curiosa creencia circunscrita al mismo paraje. 

 

Según esta superstición aquella persona que se acerque a aquel lugar y acierte a pisar aquellas nefandas plantas en el momento que suenan las doce de la noche , es poseída de un agitado movimiento de danza que solo cesa al oírse el primer canto del gallo de Antezana. 

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